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FIESTAS DE SALAMANCA EN EL JARDIN DEL VIRREY

  La barbacoa más selecta para disfrutar con familia y amigos.

POEMA MANCHEGO POR RUFINO HERNANDEZ



 CAROLINA


¿A dónde va mi ricona?

¿A dónde tan remilgada?


-A buscar a mis amigas.

Voy a la Fuente  del Agua.


-No me digas, Carolina,

no me digas, algo pasa.


-¿A qué te refieres, tonto?

¿A que he pintado mi cara?


-¿Son amigas, son amigos,

esos de la Fuente Clara?


-Ya me estaba pareciendo

que ibas por otras cañadas.


-Mira Carolina, mira.

Cuando sueño con tu frente,

mis adentros se disparan,

las noches se hacen eternas

y muy luengas las mañanas.

 Sin estar con Carolina 

se me alargan las distancias,

hasta el arado rechina 

sin terminar la jornada.


-¿Como me dices tú eso 

si yo vivo en Cantarranas?

Mi padre nació en la cueva

y mi madre en la cabaña,

para salir adelante

trabajaron como mulas,

tú tienes tierras y casas.

En Horcajo hay muchas chicas

que tú las tienes prendadas, 

y todas más guapas que yo,

nunca vivieron descalzas.


-No hables así, Carolina.

A las que tú te refieres 

no llegan a tus sandalias.

Fíjate que nada he dicho

de  bellezas que derramas.  

El resplandor de tus ojos 

dan piedad y fortaleza.

Cuando me fijo en tus labios,

me traslado a un mundo nuevo.

En tu frente siempre encuentro

miles de ideas ordenadas.


_ No digas más, que me abrumas.

Mi casa no tiene lujos

pero está llena de libros,

de trabajos, de justicia,

de cariño y dignidad.

No mendigamos riquezas

ni envidiamos a los ricos,

la riqueza que buscamos

renace en los corazones,

se comparte con los otros

como postes  de hermandad.


-Mira, Carolina, mira.

Caminemos separados,

que a nadie le importa nada.

 Vámonos a los silencios, 

hablaremos de mañanas, 

de aclarar las diferencias,

de aumentar nuestras miradas,

de entender los entrecejos,

cuando nos vean por el pueblo,

 con las manos  agarradas.

Después, vendrán las visitas,

mesas, padres y parientes.

Gritaremos a los vientos:

Más allá de las codiciash

se unieron los corazones,

Se olvidaron las rutinas,

vencieron sueños y amores.


Rufino Hernández

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